The End

Pensé que debía hacer un escrito más largo... con explicaciones, justificaciones y todas aquellas cosas que son necesarias cuando se decide poner fin a cualquier cosa. Pero no tengo ni el tiempo ni las ganas, además siempre me han parecido más fáciles las despedidas cortas y certeras. Así que digo adiós, un abrazo fuerte y un sentido agradecimiento a tod@s los que por aquí pasaron a conversar conmigo. Seguro los seguiré leyendo y si algún día abro de nuevo... los invito a la inaguración.

"...pero se dejó llevar por su convicción de que los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga otra vez y muchas veces a parirse a sí mismos" El amor en los tiempos del cólera, Gabriel García Márquez

Hay días en que lo único que se me ocurre es el silencio, quizá es que ya he pensado, dicho, escrito y leído un millón de palábras sin haber llegado a ninguna parte, sin haber sentido que por fín he dicho/escrito/leído lo que he deseado. No consigo ir más allá de la antesala y el silencio se convierte en lo más parecido a la cura de mi inconformidad. Inconformidad que no se detiene en la palabra sino que permea todos los lugares y los pliegues. Algo que me hace sentir terriblemente feliz o alegremente deprimida... algo que no se donde está, que no puedo encontrar, que no sé en donde buscar... algo que tal vez el silencio pueda explicar mejor.

Recorriendo caminos silenciosos voy sorteando los laberintos de mi incertidumbre. Me refugio en la lectura de todas las historias que nunca escribí ni escribiré, al tiempo que intento abrir nuevos espacios en una memoria desgastada a la que al parecer ya no le caben recuerdos. Me pregunto una y otra y vez las mismas cosas y le hago la parada al tiempo sumergida en ríos metafísicos en los que espero felizmente ahogar mi vida un buen día. Le pedí al mar que se llevara mis tristezas y me puse el sol sobre la piel arañando su alegría. Todo ello y sin embargo otra vez estoy aquí, anclada en el mismo no-lugar. Despreocupada de sentido pero atormentada en parte por la absoluta inncesariedad de mi existencia. Y coloco algunas palabras juntas aún sin saber si éstas serán las últimas, tampoco pretendiendo que lo sean... sencillamente puestas como prueba de que por aquí he pasado, como una plegaria de quien sabe que cada vez irá entendiendo menos... pero que a la vez desea profundamente c r e e r más.

Comienzo el año aceptando que...

Aunque podría reconciliarme en la miseria del mundo para hacer más llevaderos mis dolores… Aunque podría imaginar que las estrellas y el sol son suficiente motivo para dedicarse a sonreír, que solo tú me haces falta para que me vuelvan las ganas... Las cosas no están de ese modo… Y que no quiero volver a escapar de mi dolor nunca más. De este dolor que es tan solo mío, que resulta ser mi única pertenencia… mi constante motivo.

Out of business

Pues me pasa que como advertía Cioran... caí enamorada como la más grande de las idiotas. Y estoy por el Caribe fantasiando y realizando amores. Un saludo a tod@s... que tengan un buen fin de año, que la buena estrella los acompañe siempre y nos estaremos viendo en un par de semanas.

Encontrando respuestas...

"Claro que existe el amor - soy a menudo cuestionado: ¿Cuándo todo ha sido adivinado, perforado con la mirada, cómo puede uno aún enamorarse de quien sea? No obstante, eso llega... Es lo mismo que hay de verdadero y de interesante en la vida. Deseo terminar esta reflexión con un toque optimiesta: la vida es realmente interesante y atractiva, porque, por debajo de todo, no tiene sentido. Y a este respecto yo doy siempre este ejemplo: uno puede dudar absolutamente de todo, afirmarse como un nihilista, y sin embargo caer enamorado como el más grande de los idiotas. Esta imposibilidad teórica de la pasión, que la vida real no deja de burlar, hace que la vida tenga cierto encanto indiscutible, irresistible. Uno sufre, uno se ríe de sus sufrimientos, uno hace lo que quiere, pero esta contradicción fundamental es quizá finalmente lo que hace que la vida valga aún la pena de ser vivida"

E. M. Cioran